Emperador de Occidente es el tercer escenario de la campaña de Alarico en Age of Empires II: The Forgotten. El mismo Alarico tiene una reunión en la ciudad de Rávena con el emperador Honorio para pactar sobre las tierras que les había prometido a los Godos.
"Solía ser una muchacha hermosa. Los jóvenes caían instantáneamente enamorados de tan sólo verme a los ojos. A medida que se fueron yendo los años, con ellos mi belleza: el profundo azul de mi mirada perdió todo brillo; esta piel, alguna vez tan tersa, exhibe ahora en relieve el camino de mi vida; entre mis cabellos, sólo algunos rebeldes aún se resisten al gris y al blanco. Poco a poco, la muchacha se convierte en la anciana esposa y el encanto viene reemplazado por sabiduría; o así lo creemos los godos. Somos fieles a la doctrina de Arrio y a Cristo según las enseñanzas de aquél. Por esto los romanos nos llaman herejes. Quizá sea también la razón por la cuál nos tratan de esa manera, rompiendo los acuerdos que nos prometen y matándonos como ganado. Con todo, el señor debe amarnos, porque de otra forma no hubiéramos sobrevivido hasta hoy a las traiciones de los latinos. Seguramente Roma ha de creer lo mismo,ya que en el Senado crece la incertidumbre. Al poco tiempo llegó a nuestros oídos la noticia de que el Senado había elegido un nuevo emperador para usurpar el puesto de Honorio, un griego llamado Prisco Atalo. Los ancianos me dijeron alguna vez que con frecuencia el Señor nos envía indicios de Su voluntad, y que actuando con suficiente sabiduría uno puede seguir siempre Su camino. '¿Crees tú en las señales del Señor?', me preguntaron en una oportunidad. Si esos augurios volvieran a apuntarnos hacia Roma, entonces Alarico recorrería las siete colinas una vez más. Había sido mucho antes, cuando en tiempos de gran dificultad encontramos puerto seguro en Grecia y era ahora un griego quien se perfilaba como usurpador de Honorio. Alarico ratifico su apoyo a Atalo y al derrocamiento que éste llevaría a cabo, e inmediatamente partimos hacia Roma. Nuestros guerreros se regodeaban con la idea de venganza; contra una Roma dividida entre dos emperadores, sería como desollar viva a la vaca más gorda. Aún así, tras llegar a la ciudad, a Alarico apenas se le escucho palabra. Durante unos diez meses permanecimos allí como si hubiéramos nacido ciudadanos: correteando por las lujosas villas y mansiones, conversando y asistiendo a cenas. He de reconocer que Roma me causó gran fascinación: las calles eran sólidas por el pavimento pétreo, los baños de vapor aliviaban el cuerpo y el espíritu, y el inconfundible olor a pan horneado por las mañanas cautivaba la atención de pobres y ricos y se mezclaba en el aire con el rechazo que nuestros anfitriones se negaban a demostrarnos. La ciudad rebosaba de patricios y plebeyos, donde cada miembro de ambos grupos por igual contaba con varios siervos a su disposición. A pesar de este panorama, nuestros guerreros se impacientaban cada día más; no había guerra; Honorio se estaba limitando a responder con silencio. En poco tiempo descubrimos la razón: Honorio había cerrado los puertos de Egipto. En la capital, las provisiones de granos iban desapareciendo y los rumores de una posible hambruna pasaron a viva voz. El nuevo emperador de Roma no podía hacer nada al respecto. Iniciar una guerra tan lejos habría sido demasiado costoso y el alimento ya escaseaba como para destinarlo a tal campaña. El pánico se desató entre la población mientras Atalo contemplaba la situación impotente. Desde nuestras habitaciones escuchábamos a Alarico pasearse impacientemente por los corredores durante las noches, murmurándole al Señor; le preguntaba por qué había decidido encaminarlo otra vez hasta Roma. Me estremecí al descubrir cuál había sido su conclusión. Al día siguiente, Alarico convocó a toda la ciudad. Frente a la población y los senadores, despojó a Atalo de sus insignias, sus títulos, todo símbolo del poder como emperador. Me fue imposible conciliar el sueño durante las noches que siguieron. Entre los factores del conflicto no supe cuál era más tenebroso: si aquellos godos que ansiaban la completa extirpación de Honorio o la conmoción de Roma ante el rey bárbaro que se atrevía a contrariar la autoridad del Senado. AL respuesta prevista por Alarico no tardó en llegar: un simple estilete acompañado por una tablilla bañada en cera roja estampada por el sello de Honorio, entregado a través del correo imperial. El emperador le agradecía haber depuesto al usurpador, y citaba a Alarico para reanudar inmediatamente la negociación con los godos en la fortaleza de Rávena. La idea de que Alarico volviera a confiar en Honorio me produjo un fuerte nudo en la garganta... Y haber traicionado a un griego, un amigo, hacía que se me cerrara el pecho. Sin embargo, a los pocos minutos, Alarico ya había partido; para cuando me dí cuenta me encontre con el mensaje en las manos... contemplando ese rojo sangriento... '¿Crees tú en las señales del Señor?'".
Recursos iniciales: 2000 de alimento, 2000 de madera, 2000 de oro y 1000 de piedra
Límite de población: 200
Unidades iniciales: N/A
Objetivos[]
Alarico debe sobrevivir.
Dirígete al este y reúnete con los hombres de Ataúlfo que allí te esperan.
Alarico debe llegar sano y salvo a la aldea del norte.
Lleva a Alarico al puerto de Rávena.
Lleva a Alarico al palacio del Emperador (en Rávena).
Lleva a Alarico a la aldea italiana que está en el sur.
Destruye la fortaleza de Sauro.
Pistas[]
Planifica bien tus tácticas y pon atención a los consejos de tus soldados. Continuar por la ruta principal, por ejemplo, sería buena idea.
Ataúlfo, capitán leal a Alarico, ha enviado algunos exploradores y algunos guerreros a reconocer el terreno sobre el cuál marcharás. Algunos de ellos aguardan no muy lejos de aqui; otros están esperando en un pueblo portuario, junto con barcos de apoyo.
Se ha confirmado la presencia de cuadrillas de Sauro en las afueras de Rávena. Buscar una ruta marítima hacia el puerto podría evitarte batallas muy arduas.
Sauro cuenta con una poderosa flota, dispersa por las aguas que bañan Rávena. Mantener distancia respecto a Rávena, al viajar por mar, te ahorrará encuentros no deseados.
Los godos están circunscritos a la Edad de los Castillos.
El jugador comienza con Alarico y sus tropas en el oeste, dirigiéndose hacia el puerto civil en el este para encontrarse con las tropas de Ataúlfo. En el camino, mientras reclutas a unos pocos soldados Gaia , el jugador también se enfrentaría a un ataque liderado por su enemigo godo Sauro (un héroe representado como un caballero con lanza) con su ejército. Mientras que el grupo más pequeño viene para atacar a las tropas de Alarico , el grupo más grande seguirá distraído con ellos, y el jugador puede costear la carretera principal con el resto de sus unidades hacia el puerto.
A medida que el jugador recluta más tropas en el puerto, se debe transportar a todas esas tropas con los barcos de transporte provistos en el puerto, acompañados con algunas Galeras de Guerra y Brulotes, llevando a Alarico al puerto en el sur de Rávena. El jugador debe evitar a Rávena en lo posible, ya que la línea costera está fuertemente protegida por la marina de Sauro, imposible de derrotar. Sin embargo, los navíos del jugador aún serán atacadas por las torres de vigilancia de Sauro en el mar, lo que puede evitarse rápidamente. Al este, hay algunos mercenarios Gaia listos para unirse a Alarico y "abandonar su aburrida vida en el puerto".
El puerto destinado, en realidad, está controlado por Sauro, y el jugador tendría que derrotar allí a las tropas. Cuando Alarico se entera de que el emperador romano no está, tendrás que dirigirte a Rávena y encontrarte con el emperador. Sin embargo, cuando se llega a la Puerta (que está cerrada), hay tropas de Sauro que lo persiguen. Alarico se entera de que el emperador lo ha traicionado una vez más. Entonces el jugador tendría que llevar a Alarico a la aldea civil hacia el oeste.
La villa italiana sería tomada por el jugador, por lo que se convierte en la base del mismo. Hay tropas en el oeste de la aldea que inmediatamente comenzarían a combatir a las tropas de Sauro cuando el jugador las tome. El jugador comenzará a construir tropas, en preparación para derrotar a Sauro al destruir su fortaleza. Mientras tanto, Sauro volvería a invadir la aldea del jugador desde el oeste, por lo tanto, el jugador construirá las defensas allí.
Las minas de piedra son bastante escasas en este escenario, solo están disponibles dentro de la aldea del jugador. Si bien solo hay un puñado de Minas de oro en el pueblo, el jugador puede encontrar mucho más en el noroeste del pueblo, en algún lugar al norte del fuerte de Sauro. Sin embargo, el jugador debe evitar a sus grandes guardias de patrulla, si aún no está listo para luchar. El jugador también puede comerciar con el Mercado de Sauro en su puerto, o construir un Muelle en el puerto de éste y comerciar con el muelle civil a través del mar. Sin embargo, el jugador debe destruir todos los edificios militares, los Mercados y el muelle en el puerto de Sauro, para evitar que ellos creen un ejército o una marina allí.
Para hacer mas efectivo el escenario, el jugador puede optar por crear Huscarles, ya que son mas resistentes y mas punzantes a la hora de derribar edificios. Puedes mandar tus huscarles, con sus respectivas mejoras en la Herrería, a destruir sus edificios. Una vez que se eliminen los Cuarteles, el Taller de Maquinaria de Asedio y el Establo podemos concentrarnos en la fortaleza para dar por concluido el escenario.
Epílogo[]
"Después de haber pasado tanto tiempo en Roma, empequeñecida bajo sus techos, recorriendo salas y galerías, regresar al refugio de una tienda me devolvió a la realidad y me hizo sentir como un poco más en casa. Mi gente se acercaba a hablarme irradiando optimismo de sus ojos y orgullo en sus palabras. Por mucho que lo intentara, no podía compartir su entusiasmo. '¡Negociará de igual a igual con el emperador!'; '¡esta vez nos darán lo que pedimos!', proclamaban. Esos mismos godos lo recibieron con una bienvenida triunfal a su regreso, Yo en cambio, había comprendido de antemano cuál era la situación. Él y sus hombres llegaban tendidos sobre sus exhaustos caballos, cabezas apuntando al suelo. El vitoreo se apagó ni bien los aclamadores pudieron apreciar la ropa teñidas de sangre de los recién llegados".
Curiosidades[]
El jugador "Alarico" (cian) tiene un Ariete como una unidad de marcador de posición en el extremo norte del mapa.
En la expansión del mod original de Forgotten Empires, el jugador tiene un arquero como una unidad de marcador de posición que se atascaría en el ariete mencionado anteriormente, al comienzo del juego.
A veces, cuando el jugador transporta a las tropas en un barco de transporte mientras evita a Rávena, todas las unidades enemigas desaparecen repentinamente, lo que hace que el jugador gane automáticamente el escenario. Es probable que sea una falla (solo en el mod Forgotten Empires).
El jugador Gaia en Forgotten Empires es asignado como los Sarracenos, mientras que en la edición oficial de Age of Empires II: The Forgotten es representado por los Godos. Esto se debe a la diferencia en la apariencia de las velas del barco (sarracenos - cimitarra; godos - cruz).
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